viernes, 23 de septiembre de 2016

LEON SIGUENZA

Narrador y político salvadoreño, nacido en Cojutepeque (en el departamento de Cuscatlán) el 31 de octubre de 1895, y fallecido en San Salvador el 27 de mayo de 1942. Por la agudeza, sencillez y eficacia de sus célebres narraciones en verso, escritas con la intención de censurar los peores comportamientos del ser humano, está considerado como el primer fabulista de la literatura salvadoreña.



Nacido en el seno de una familia acomodada -muy influyente en el devenir político, social y cultural de su nación-, León Sigüenza tuvo acceso desde muy temprana edad a una esmerada formación académica, desarrollada primero en los colegios de su ciudad natal, y posteriormente en las mejores instituciones de enseñanza de la capital de El Salvador. Tras haber completado sus estudios, dio inicio a una brillante trayectoria política que muy pronto le condujo a asir los cetros de regidor y alcalde temporal de su Cojutepeque natal, de donde pasó a desempeñar el cargo de secretario del consulado salvadoreño en Nueva York (1919-1923).

Durante dicho período de residencia en los Estados Unidos de América comenzó a cultivar su afición a la literatura, para lo que se sirvió del cauce que le brindaban los principales medios de comunicación de su país natal. En efecto, asumió las corresponsalías norteamericanas de algunos rotativos tan relevantes como La Prensa y el Diario de El Salvador, ocupación que difundió su nombre en los círculos culturales salvadoreños. Posteriormente, León Sigüenza fue destinado a la Secretaría del consulado salvadoreño en Tokio (Japón), donde cubrió el período de 1927 a 1931 y, en una segunda etapa, el de 1934 a 1941.

De regreso a Centroamérica entre ambas misiones en Japón, fue designado representante de su departamento de Cuscatlán, en calidad de diputado en la Asamblea Nacional (1933), institución en la que resultó elegido presidente de la Comisión Legislativa de Relaciones Exteriores, Gracia y Justicia. Cuando volvió a ocupar el cargo de secretario en el consulado en Tokio, León Sigüenza intervino activamente en uno de los episodios más destacados de la historia de la diplomacia salvadoreña del siglo XX: el reconocimiento, por parte del gobierno del general Maximiliano Hernández Martínez, de la existencia del recién proclamado imperio de Manchoukuo, creado por el ejército japonés en la región china de Manchuria. El general Maximiliano Hernández comprometió, con este apoyo a la invasión nipona y el inmediatamente posterior reconocimiento de sus pretensiones imperialistas en China, la estabilidad política internacional de El Salvador, circunstancia que se agravó aún más cuando, el 9 de diciembre de 1941, estalló la guerra en la zona del conflicto.

La mayor parte de los gobiernos mundiales condenó enérgicamente el imperialismo nipón, lo que aisló a El Salvador en su postura y supuso una censura unánime contra el pueblo salvadoreño. León Sigüenza se vio inevitablemente envuelto en las conversaciones entre los gobiernos salvadoreño y japonés, pero las brillantes gestiones de mediación que supo realizar en este rocambolesco episodio permitieron un lavado de la imagen de El Salvador ante la opinión pública internacional. Por lo demás, este extraño avatar de la política exterior salvadoreña causó honda conmoción en toda la ciudadanía de la pequeña república centroamericana, y levantó una densa polvareda de voces y escritos a favor y en contra del apoyo a las tropas japonesas, entre los que sobresale el lúcido análisis que publicó, en forma de libro, el doctor Ramón López Jiménez.

Durante sus largas estancias en el extranjero, León Sigüenza dio rienda suelta a su pasión por la creación literaria, que supo canalizar en un género hasta entonces nunca cultivado por los escritores de su patria: la fábula satírico-moral. Muchos de sus escritos, redactados tanto en prosa como en verso, fueron apareciendo en diferentes medios de comunicación de todo el mundo, unidas a las numerosas crónicas que enviaba a su país en calidad de corresponsal de los diarios y revistas salvadoreños. En estas fábulas, el escritor de Cojutepeque vertía su afilada mordacidad contra la vanidad, prepotencia y corrupción de políticos y altos funcionarios, para extraer al final una moraleja que acababa censurando, en general, los vicios y depravaciones generalizados en cualquier espécimen del género humano.

Instalado de nuevo en El Salvador, ya liberado de misiones diplomáticas, León Sigüenza concibió el proyecto de reunir en un mismo volumen todos estos escritos satírico-morales; sin embargo, su repentino fallecimiento, acaecido en la capital salvadoreña cuando el autor aún no había cumplido los cincuenta años de edad, le impidió ver impresa esta recopilación. Por fortuna para la historia de las Letras hispanoamericanas, los familiares de León Sigüenza, conocedores de la ilusión que el recién fallecido escritor había depositado en este proyecto editorial, acabaron de reunir sus textos y los dieron a la imprenta antes de que concluyera el mismo año de su muerte. Así, recopilados bajo el título genérico de Fábulas, estos escritos de León Sigüenza vieron la luz póstumamente para regocijo de críticos y lectores, en medio de una aceptación tan extendida que hizo necesaria su reedición en múltiples ocasiones (1955, 1977, 1996 y 1998).

Pedro Geoffroy Rivas

Poeta, narrador, antropólogo, ensayista, lingüista y periodista salvadoreño, nacido en Santa Ana el 16 de septiembre de 1908, y fallecido en San Salvador el 10 de noviembre de 1979. Poeta rebelde y narrador polémico, por la extensión y profundidad de sus vastos saberes humanísticos ha pasado a la Historia de las Letras centroamericanas como uno de los intelectuales más brillantes e influyentes del panorama cultural salvadoreño.

Nacido en el seno de una familia terrateniente de Santa Ana, poseedora de grandes cafetales, el joven Pedro Geoffroy desestimó la posibilidad de quedarse en el campo al frente de la explotación familiar para trasladarse a la capital salvadoreña, donde comenzó a cursar estudios superiores de Medicina. Pero su innata vocación humanística, fuertemente inclinada hacia la vertiente de la creación literaria, pronto le indujo a abandonar las aulas de la Universidad de El Salvador para centrar su atención en otras materias y lugares.

Así las cosas, en 1931 se trasladó a Guatemala, y de allí pasó a México, en cuya Universidad Nacional Autónoma formalizó su inscripción para cursar estudios de Derecho (disciplina en la que obtuvo la licenciatura en 1937) y, posteriormente, Antropología y Lingüística. Cada vez más interesado por los estudios de Letras, se especializó en el conocimiento y la investigación de las lenguas indígenas mesoamericanas, al tiempo que comenzaba a colaborar asiduamente en algunos medios de comunicación del país azteca.

Todavía en México, se hizo miembro corresponsal del grupo literario Crisol, ubicado en su ciudad natal de Santa Ana, y a su regreso a El Salvador fundó, en compañía de algunos periodistas y escritores procedentes del desaparecido Diario Nuevo, el rotativo La Tribuna (1944), periódico cuya dirección asumiría años más tarde, mutada ya su cabecera en Tribuna libre. Implicado, así, en los principales movimientos de la vanguardia intelectual, artística e ideológica de su país, Pedro Geoffroy se vio forzado a tomar el camino del exilio tras la caída del gobierno del general Maximiliano Hernández Martínez. Volvió a instalarse en México, ahora en compañía de su reciente célula familiar, y allí vivió durante más de un decenio, hasta que pudo regresar de nuevo a El Salvador para ocupar una cátedra en la Universidad donde había iniciado su formación académica.

Por desgracia, su carácter impulsivo, vehemente y asistemático -siempre presto a acudir con nuevos textos allí donde se hacía necesaria su presencia- dejó un abundante material inédito o disperso en numerosas publicaciones periódicas de toda el área centroamericana. Para intentar cubrir esta laguna en la historia de las Letras salvadoreñas del siglo XX, a finales de la década de los años setenta la Biblioteca Nacional de El Salvador subvencionó un proyecto encaminado a recuperar y sistematizar toda su obra literaria y periodística diseminada en los medios de comunicación, proyecto que arrojó sus primeros resultados en un valioso trabajo hemero-bibliográfico publicado en 1979 en la revista Anaqueles (San Salvador, nº 2, págs. 21-25). Casi diez años después, la labor del joven investigador salvadoreño Luis Alvarenga ha fructificado en una espléndida recopilación de los ensayos y artículos de Pedro Geoffroy Rivas, publicados por la Dirección de Publicaciones e Impresos del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte bajo el título de La mágica raíz (1988).

Entre el resto de su obra impresa, sobresalen algunos poemarios de extraordinario valor para el estudio de la evolución de las ideas estéticas en el campo de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Se trata de las obras tituladas Rumbo (1934),Canciones en el viento (1936), Sólo amor (1963), Yulcuicat (1965), Los nietos del jaguar (1977), Vida, pasión y muerte del antihéroe (1977) y Versos (1979). Además de estos títulos poéticos, Pedro Geoffroy Rivas dejó impreso en vida un ensayo literario tan relevante como Mi tío Alberto Masferrer (1953), y varios tratados lingüísticos del alcance de Toponimia náhuat de Cuscatlán (1961), El nawat de Cuscatlán (1969), El español que hablamos en El Salvador (1969) y La lengua salvadoreña (1979).


FRANCISCO GAVIDIA

Escritor, educador y periodista salvadoreño. Su poesía evolucionó desde el romanticismo hasta la orientación reflexiva y conceptual de su poema Sóteer o La tierra de Preseas, editado completo en 1949. Lector y traductor de poetas franceses, le descubrió a Rubén Darío las posibilidades renovadoras implícitas en los versos de Victor Hugo, posibilidades que él mismo trató de aprovechar en Versos (1884), convirtiéndose así en uno de los precursores del modernismo en Centroamérica.

Practicó todos los géneros literarios. Descubrió el alejandrino francés y lo enseñó a Rubén Darío(Nicaragua), quien lo incorporó al verso escrito en español.

Autor del poema Sóteer o La tierra de Preseas, editado en 1949.


Gavidia fue traductor de poetas franceses.

Escribió Versos (1884), convirtiéndole en uno de los precursores del modernismo en Centroamérica.

La trayectoria de su poesía es similar a la de su teatro, como demuestran sus dramas.
Autor de obras de teatro, como Júpiter (1885), Ursino (1889), Conde de San Salvador o el Dios de las cosas (1901), Lucía Lasso o Los piratas (1914) La torre de marfil (1920), y el poema dramáticoLa princesa Catalá (1944). 

Iniciador del relato breve salvadoreño, buscó inspiración para sus cuentos en los tiempos precolombinos y coloniales, así como en otras literatura.



ALFREDO ESPINO

Nacido en Ahuachapán, en una familia de ocho hermanos, Alfredo fue el segundo, hijo de madre maestra y padre abogado y poeta, respiró letras y poesía desde muy temprana edad.

Los Espino eran una familia que seguía la tradición de la docencia, jurisprudencia y letras, eran parte de una élite de familias occidentales, que poseían ingresos para codearse en la alta sociedad de la zona, debido a la bonanza temprana del cultivo del café.

Esto le permitió tener una muy adecuada formación académica, difícil en aquellos días, que corona graduándose de abogado en 1927 en la facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador, presentando su tesis basada en Sociología estética.

Alfredo Espino es sin duda uno de los poetas más destacados de El Salvador. Es también conocido popularmente como el poeta niño, debido a que en su corta vida siempre estuvo dedicado a las letras.  Fue el segundo de los ocho hijos del poeta Alfonso Espino y de la educadora Enriqueta Najarro, los cuales pudieron ser la base para que él se dedicara a la poesía. En suvida académica, Alfredo cursó estudios en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador, entre los años de 1920 y 1927. También colaboró en las revistas Lumen y Opinión Estudiantil, al igual que los periódicos La prensa y Diario del Salvador.

Alfredo Espino solamente escribió 96 poemas que se reunieron en JÍCARAS TRISTES en 1930, dividido en seis partes: Casucas, Auras de Bohío, Dulcedumbre, Panoramas y Aromas, Pájaros de Leyenda y El Alma del Barrio. Con una poética delicada, presentó con un estilo sencillo, fácil de captar. Sus poemas exponen el paisaje de El Salvador, exuberante.

Los últimos años de su vida fueron bastante desdichados, debido a la negativa de sus padres por que él se casara. Esto le provocó algunos desequilibrios emocionales que le hicieron caer en el vicio del alcohol y llevar una vida bohemia, entre bares y burdeles.

Alfredo Espino murió en San Salvador, El Salvador, el 24 de mayo de 1928 debido a una crisis alcohólica. Fue sepultado en Cementerio General de San Salvador, sus restos descansan en Jardines del Recuerdo, en el lugar de la cripta de los poetas.

SALVADOR EFRAIN SALAZAR ARRUE

Salvador Efraín Salazar Arrué, conocido como Salarrué, fue un escritor, poeta y pintor salvadoreño. Nació el 22 de octubre de 1899 en Sonsonate (El Salvador) y falleció el 27 de noviembre de 1975 en Los Planes de Renderos (El Salvador).

Nació en Sonsonate en el seno de una familia acomodada, Salarrué se formó como pintor en la Corcoran School of Arts de Washin
gton D.C., de 1916 a 1919. A continuación, regresó a El Salvador y, en 1922, se casó con la pintora salvadoreña Celia Lardé, con quien tuvo tres hijas. En la década de 1920 trabajó como redactor para el periódico "Patria", propiedad del poeta salvadoreño Alberto Masferrer.

Salarrué escribió una serie de cuentos que se recogieron treinta años más tarde como Cuentos de Cipotes, Cuentos de Barro que se convirtió en la obra más popular y perdurable de Salarrué, lo que refleja una versión idealizada de la vida rural en El Salvador y haciendo de él uno de los fundadores de la nueva ola de América Latina narrativa folclórica (narrativa costumbrista).

Salarrué vivió en Estados Unidos desde 1947 hasta 1951, mientras que en representación de su país en puestos diplomáticos. Murió en Los Planes de Renderos, cerca de San Salvador, y está enterrado en el Cementerio de los Ilustres ("Cementerio de los Ciudadanos Distinguidos").

La casa de Salarrué, fue adquirido en 2003 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de El Salvador, actualmente alberga La Casa del Escritor “Salarrué”, para la formación profesional de nuevos escritores jóvenes.

Algunas de sus obras:
El Cristo negro (novela, 1926),
El señor de La Burbuja (novela, 1927),
O'Yarkandal (cuento, 1929),
Remotando el Uluán (cuento, 1932),
Cuentos de barro (cuento, 1934),
Cuentos de cipotes (1943 en edición parcial, 1961 en edición completa),
La espada y otras narraciones (cuento, 1960),
La sed de Sling Bader (novela, 1971),
Catleya luna (novela, 1974)



ROQUE DALTON

Empecemos con Henry Dalton un gringo que se enamora de una morenita, Maria Guadalupe Samorano era su nombre, ella murió y dejo a Henry viudo. este se casa con otra dama "Guadalupe Vasquet" y le deja 8 hijos, entre estos 8 niños aparece Willan Agustin Dalton (1894) en Estados Unidos.

(1971-1918-1919) Aparece la revolución mexicana, Augustin se va para Mexico y se mete a la revolución mexicana. El sigue vivo, su padre le manda dinero para que haga su vida y Agustin (24-25 años aprox.) se va al sur de Mexico, Guatemala hasta llegar a El Salvador para comprar un montón de terreno. En todo ese recorrido no tenia una relación estable hasta que conoce a la nieta del general francisco Morazan, Adia Mulloa y se casa.

En 1840 (Antonio Joleo) se introduce el café en  El Salvador.

Augustin se mete con la mujer de un banquero salvadoreño por lo cual el hombre le tira un balazo y va a parar a un hospital, al tener contactos con un medico y una enfermera que se llama Aida Garcia, esta le daba atenciones extras mientras los curaba y en por cosas del "destino" queda embarazada, 14 de mayo de 1935 nace Roque Dalton.

Roque Dalton fue educado con los jesuitas en el Colegio Externado de San José. Viajó a Santiago de Chile en 1953, para estudiar Derecho, aunque volvió a San Salvador a continuar sus estudios. En 1957, con otros estudiantes salvadoreños, visitó la URSS para participar en un festival internacional de jóvenes. Durante el mismo conoció al revolucionario nicaragüense Carlos Fonseca, fundador del FSLN, al poeta argentino Juan Gelman y al poeta turco Nazim Hikmet.

Encarcelado en 1960, fue liberado en octubre de ese año, al ser derrocado el presidente José María Lemus. Roque Dalton recorrió el mundo a partir de la sentencia de muerte no oficial en su contra dictada por los gobiernos militares de su época, cuando logra escapar de la cárcel de Cojutepeque, la cual resultó dañada por el terremoto de 1961, viviendo luego en México, Checoslovaquia y en Cuba.

Es el creador de la pieza poética Poema de amor, donde narra en forma amena la historia de los salvadoreños, en todo tiempo y lugar, que ha sido convertido en el himno nacional verdadero para las mayorías, sobre todo las que se encuentran fuera de El Salvador.

Sus textos continúan vigentes después de casi 40 años de haber sido escritos y publicados de forma clandestina, en El Salvador durante los años sesenta y setenta.

Roque fue asesinado por sus propios compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), la guerrilla a la cual pertenecía en ese momento, junto con el obrero Armando Arteaga, "Pancho", bajo la acusación de ser agente de la Central de Inteligencia de EE. UU., en una casa del barrio de Santa Anita, en San Salvador. También fue acusado de trabajar para la inteligencia cubana, quizá uno de los "agravantes" para su asesinato. Las acusaciones fueron desmentidas después. El ERP era liderado entre otros por Joaquín Villalobos, quien formó posteriormente parte de la comandancia general del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador (FMLN), siendo en tal calidad, firmante de los acuerdos de paz en 1992. Los otros miembros pertenecientes al ERP en aquel momento fueron: German Cienfuegos, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel y Alejandro Rivas Mira. No es claro aún, quien disparó el arma. Tampoco, con exactitud, donde fue asesinado de lo cual hay dos versiones: una, la más probable, es que haya sido en el Barrio Santa Anita, al sur de la capital. La otra es que haya sido en El Playón, un lugar de lava seca del volcan Quezaltepec o San Salvador.

La novela Pobrecito poeta que era yo, publicada un año después de su muerte, por la editorial EDUCA, dirigida por Ítalo López Vallecillos, es un vistazo a su generación literaria (la Generación Comprometida). En ella, toman la voz distintos personajes (Álvaro, un trasunto de Álvaro Menéndez Leal; Arturo, que recuerda al dramaturgo Roberto Arturo Menéndez; Roberto, que es un tanto Roque Dalton y un tanto Roberto Armijo). En conjunto, es una novela en la que se intercalan diarios personales, los recuerdos de la captura y fuga de la cárcel de Cojutepeque, el clima intelectual de El Salvador en 1956, junto a los grandes temas de Dalton: El país, la política, el compromiso del escritor. El capítulo titulado "El party" es un derroche de sentido del humor. Puede leerse como una "Bildungsroman" de la Generación Comprometida.

POEMA: ¿QUIEN SOY?

¿Quien soy? muchas veces me miro al espejo para ver si hay algo especial en mi,
sonrió acariciando mi reflejo para luego poner muecas,
pienso en mi vida lo poco que eh caminado y eh logrado,
 pero no importa que haga no encuentro la respuesta.

Muchas veces me pongo una mascara.
 mi escudo mi protección,
me siento a salvo de los demás pues así no me pueden lastimar,
no me importa las burlas o chismes,
soy de sangre fría e insensible,
adoro la lealtad y le soy fiel a los míos,
ten por seguro que si me agradas,
a tus enemigos atacare con gruñidos.

No soy la muerte ni la vida,
solo un ser que no se decide en que linea estar,
a veces soy buena y soy mala,
pero acaso eso esta mal o esta bien?,
Pienso muchas cosas pero a la vez ninguna,
comienzo a reír y otras veces a llorar
mientras mis alas se esconden detrás de mi espalda, 
Vamos desenfunda esa espada!.

Despierto en mi cama con frió y con miedo,
alguien me observa?
no solo es mi reflejo burlándose de mi mente...
mi mente esta jugando conmigo?
muchas dudas y sigo sin saber la que deseo.

Ya no se quien soy,
 pero se quien soy también
me entiendes?
si no lo haces yo tampoco,
solo puedo decir que así soy yo.